¿Les parecería divertido viajar por toda Europa, de Londres a Viena, de Roma a Amsterdam? Bueno, puede que lo sea si se está de vacaciones, pero no cuando uno tiene que viajar como artista. ¡imagínense lo que Mozart tenía que soportar allá en el siglo XVIII! No había aviones, trenes ni autobuses, sólo carruajes tirados por caballos y sin calefacción en invierno (¡y muy calurosos en verano!), que viajaban por caminos llenos de baches. Ofrecían poca protección de la lluvia y la nieve, y una avería en un lugar abandonado era incluso peligroso. Sólo había posadas incómodas donde alojarse, que servían comida que muchas veces lo enfermaba. Había ladrones por todas partes. Sin embargo, el joven Mozart, en compañía de su padre y a veces de otros familiares, pasó la mayor parte de su niñez viajando, unos 3.720 días, es decir, ¡más de diez años!
El pequeño Wolfgang tocaba para la realeza por toda Europa, conoció a gente famosa y recibió muchos elogios (¡y dinero!) en todos los lugares que visitó. Era todo un espectáculo. Con su hermana Nannerl, que también tenía un talento extraordinario, los Mozart se convirtieron en una especie de circo ambulante.
Tanto viaje fue su auténtica educación. Vio obras de teatro y leía periódicos en varios idiomas, se enteró de cómo escribían música los músicos de otras ciudades y países.
Los viajes también servían para los negocios. A medida que Mozart se hacía famoso por toda Europa, cualquier música publicada con su nombre tenía su venta prácticamente garantizada
El mapa de arriba enseña los famosos viajes de Mozart. La ciudad de Viena, a la derecha del mapa, está en realidad en pleno corazón de Europa, a orillas del gran río Danubio.
Casa natal de Mozart
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